En las lecturas del cuarto Domingo del Tiempo
Pascual, se nos presenta insistentemente la figura del Buen Pastor. El apóstol
San Pedro, en su Primera Carta, afianza a los cristianos en la fe recordándoles
en medio de la persecución lo que Cristo había hecho y sufrido por ellos. La
última frase del pasaje "El cargó con la cruz, para que empezáramos una
vida santa. Pues eran ovejas descarriadas, pero han vuelto al pastor y guardián
de sus almas" nos muestra la imagen del hombre alejado del Señor, que se
asemeja a las ovejas perdidas, sin rumbo y expuestas a todos los peligros.
La liturgia nos invita a reflexionar en la
misericordia y el amor de Jesús. En el evangelio es Jesús mismo que se presenta
a sí mismo bajo esta imagen del Buen Pastor.
Gracias a la comparación de Jesús, podemos
imaginarnos uno de esos corrales en que se juntan los rebaños de varios
pastores bajo la vigilancia de un cuidador para pasar la noche. Al amanecer,
cada pastor llama a sus ovejas y parte al frente de ellas.
La Biblia anunciaba el día que Dios, el Pastor,
vendría a reunir las ovejas dispersas de su pueblo, para que vivieran seguras
en su tierra. Jesús es el Pastor, y ha venido para cumplir lo anunciado; pero
no lo hará en la forma esperada. Los judíos pensaban que el Pastor les
devolvería su antigua prosperidad y serían una nación privilegiada en medio de
las demás naciones.
Jesús, en cambio, dice claramente que su pueblo no
se confunde con la nación judía. Suyos son los que creen, y solamente ellos. Va
a sacar de entre los judíos a los que son suyos; de igual modo sacará a sus
ovejas de otros corrales.
Imagen del Buen Pastor, en la Capilla Eucarística de Cádiz. |
La imagen de Dios como Pastor de Israel era uno de
los temas preferidos por los profetas del Antiguo testamento: al pueblo elegido
se lo llama “el rebaño”, y Yahvé es su pastor. El nombre le pastores se
aplicaba también a los reyes y a los sacerdotes. Jeremías dirige una dura
amenaza a estos pastores que dejan que se pierdan las ovejas, y promete en
nombre Dios nuevos pastores que de verdad apacienten las ovejas, de modo que
nunca más sean angustiadas ni afligidas. Ezequiel reprocha a los pastores sus
delitos y pereza, la avidez y el olvido de sus propios deberes y preanuncia que
Yahvé les quitará el rebaño y El mismo cuidará de sus ovejas. Más aún,
suscitará un Pastor único, descendiente de David, que las apacentará y estarán
seguras.
Jesús se presenta como ese Buen Pastor que cuida de
sus ovejas. Que busca a la oveja perdida. Que cura a la oveja herida y carga
sobre sus hombros a la que esta extenuada.
Se cumplen en El las profecías del Antiguo
Testamento. Existe una relación personal entre Jesús, buen Pastor, y sus
ovejas; las llama a cada una por su nombre, va delante de ellas; las ovejas lo
siguen porque conocen su voz.. Es el pastor único que forma un solo rebaño.
En aquellos tiempos era costumbre reunir durante la
noche a varios rebaños de distintos pastores en un mismo recinto. Allí
permanecían las ovejas hasta el día siguiente custodiadas por un guardián. Al
amanecer, cada pastor entraba y llamaba a sus ovejas, que se levantaban y
salían con él. El pastor les hacía oír con frecuencia su voz para que no se
perdieran y caminaba delante para conducirlas a los pastos tiernos y
abundantes.
Jesús utiliza esta imagen, que era tan conocida
para sus oyentes, para mostrarles una enseñanza divina: ante voces extrañas es
necesario reconocer la voz de Cristo, que nos llega en forma actual a través
del Magisterio de su Iglesia, y seguirle para encontrar el alimento abundante
en nuestras almas.
Cristo ha dado a su Iglesia la seguridad de la
doctrina en los Evangelios, nos ha dejado sus Sacramentos, y ha dispuesto que
haya personas para orientar para conducir, para recordarnos constantemente el
camino que nos conduce a El. Disponemos de un tesoro infinito de ciencia: La
Palabra de Dios, custodiada en la Iglesia; la gracia de Cristo, que se
administra en los sacramentos; el testimonio y el ejemplo de todos los que
viven rectamente junto a nosotros.
En este tiempo Pascual, que es tiempo de alegría
para los cristianos por la Resurrección del Señor, pidamos a María que nos
ayude a reconocer siempre su voz, que es la voz de nuestro Buen Pastor, y que
sigamos siempre por el camino en que El nos guía.
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