DON DE ENTENDIMIENTO
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos
días!
Después de haber
examinado la sabiduría, como el primero de los siete dones del Espíritu Santo,
hoy quisiera centrar la atención sobre el segundo don, es decir, el
entendimiento. No se trata aquí de la inteligencia humana, de la capacidad
intelectual de la cual podemos ser más o menos dotados. Es, en cambio, una
gracia que sólo el Espíritu Santo puede infundir y que suscita en el cristiano
la capacidad de ir más allá del aspecto externo de la realidad y escrutar las
profundidades del pensamiento de Dios y de su designio de salvación.
El apóstol Pablo,
dirigiéndose a la comunidad de Corinto, describe bien los efectos de este don,
es decir, qué cosa hace este don del entendimiento en nosotros. Y Pablo dice
esto: “lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios
preparó para los que lo aman. Dios nos reveló todo esto por medio del
Espíritu…”.
Esto obviamente no
significa que un cristiano pueda comprender cada cosa y tener un conocimiento
pleno de los designios de Dios: todo esto queda en espera de manifestarse en
toda su limpidez cuando nos encontraremos ante la presencia de Dios y seremos
de verdad una cosa sola con Él. Pero como sugiere la palabra misma, el
entendimiento permite “intus legere”, es decir, “leer dentro” y este don nos
hace entender las cosas como las entendió Dios, como las entiende Dios, con la
inteligencia de Dios. Porque uno puede entender una situación con la
inteligencia humana, con prudencia, y está bien. Pero, entender una situación
en profundidad como la entiende Dios es el efecto de este don.
Y Jesús ha querido
enviarnos el Espíritu Santo para que nosotros tengamos este don, para que todos
nosotros podamos entender las cosas como Dios las entiende, con la inteligencia
de Dios. Es un hermoso regalo que el Señor nos ha hecho a todos nosotros. Es el
don con el cual el Espíritu Santo nos introduce en la intimidad con Dios y nos
hace partícipes del designio de amor que Él tiene con nosotros.
Es claro,
entonces, que el don del entendimiento está estrechamente relacionado con la
fe. Cuando el Espíritu Santo habita en nuestro corazón e ilumina nuestra mente,
nos hace crecer día a día en la comprensión de lo que el Señor ha dicho y
hecho. El mismo Jesús ha dicho a sus discípulos: yo les enviaré el Espíritu
Santo y él les hará entender todo lo que yo les he enseñado.
Entender las
enseñanzas de Jesús, entender su Palabra, entender el Evangelio, entender la
Palabra de Dios. Uno puede leer el Evangelio y entender algo, pero si nosotros
leemos el Evangelio con este don del Espíritu Santo, podemos entender la
profundidad de las palabras de Dios. Y este es un gran don, un gran don que
todos nosotros debemos pedir y pedirlo juntos: ¡Danos Señor el don del
entendimiento!
Hay un episodio
del Evangelio de Lucas, que expresa muy bien la profundidad y la fuerza de este
don. Después de ser testigos de la muerte en la cruz y la sepultura de Jesús,
dos de sus discípulos, decepcionados y tristes, se van de Jerusalén y vuelven a
su aldea llamada Emaús.
Mientras están en
camino, Jesús resucitado se une a ellos y empieza a hablarles, pero sus ojos,
velados por la tristeza y la desesperación, no son capaces de reconocerlo.
Jesús camina con ellos, pero ellos estaban tan tristes, tan desesperados que no
lo reconocen. Pero cuando el Señor les explica las Escrituras, para que
entiendan que Él debía sufrir y morir para luego resucitar, sus mentes se abren
y en sus corazones se reaviva la esperanza.
Y esto es lo que
hace el Espíritu Santo con nosotros: nos abre la mente, nos abre para entender
mejor, para entender mejor las cosas de Dios, las cosas humanas, las
situaciones, todas las cosas.
¡Es importante el
don del entendimiento para nuestra vida cristiana! Pidámoslo al Señor, que nos dé,
que nos dé a todos nosotros este don para entender cómo entiende Él las cosas
que suceden, y para entender, sobre todo, la palabra de Dios en el Evangelio.
Gracias.
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